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El análisis visual sigue siendo la piedra angular de la detección de falsificaciones. Los expertos comienzan examinando las características físicas en busca de inconsistencias en el color, la textura, la tipografía y el diseño. Herramientas avanzadas optimizan este proceso:
Las lupas con zoom de 10x20x, los microscopios digitales portátiles y los microscopios de comparación ayudan a los expertos a detectar defectos sutiles. Por ejemplo, la moneda falsa suele presentar impresiones borrosas o hilos de seguridad desalineados, visibles solo con aumento.
Muchos productos genuinos incorporan tintas o fibras reactivas a los rayos UV invisibles a simple vista. Las lámparas UV revelan características de seguridad ocultas, como marcas de agua en pasaportes o hilos fluorescentes en billetes. Las imágenes infrarrojas, por otro lado, revelan alteraciones en documentos o ilustraciones al resaltar las diferencias en la absorción de la tinta.
Los escáneres 3D y los analizadores de hologramas evalúan la profundidad y la estructura de los hologramas de seguridad. Los hologramas auténticos suelen presentar elementos dinámicos (p. ej., imágenes cambiantes), que son prácticamente imposibles de replicar sin equipo especializado.
Los falsificadores suelen usar materiales de inferior calidad para imitar productos de alto valor. Las herramientas de espectroscopia analizan las composiciones químicas para detectar discrepancias:
La FTIR identifica enlaces químicos en materiales midiendo la absorción infrarroja. Por ejemplo, una tableta farmacéutica falsificada podría contener excipientes o principios activos incorrectos, detectables mediante la huella molecular de la FTIR.
Esta técnica no destructiva utiliza luz láser para identificar vibraciones moleculares, lo que la hace ideal para analizar tintas, polímeros y piedras preciosas. Los funcionarios de aduanas utilizan dispositivos Raman portátiles para verificar la autenticidad de las mercancías importadas.
Combinada con la cromatografía de gases (GC-MS), la espectrometría de masas descompone mezclas complejas en componentes moleculares. Es fundamental para detectar perfumes o combustibles falsos, donde incluso trazas de impurezas pueden indicar falsificación.
Los dispositivos de XRF determinan la composición elemental de metales, aleaciones y recubrimientos. Los relojeros de lujo utilizan la XRF para confirmar la presencia de metales preciosos como el platino o el oro.
Los productos auténticos suelen cumplir con estándares de ingeniería precisos, que las falsificaciones no logran replicar. Los expertos utilizan herramientas para comprobar las propiedades físicas:
Los densímetros y los durómetros Shore miden la consistencia del material. Una batería de smartphone falsificada podría tener un peso o flexibilidad diferente a la original.
La calorimetría diferencial de barrido (DSC) y el análisis termogravimétrico (TGA) evalúan la respuesta de los materiales a los cambios de temperatura. Los plásticos utilizados en productos electrónicos falsificados pueden fundirse a temperaturas más bajas que los componentes originales.
Los multímetros y analizadores de circuitos evalúan el rendimiento de los componentes electrónicos. Los chips falsificados suelen tener un rendimiento inferior o presentar lecturas de voltaje anormales.
La falsificación moderna se centra cada vez más en los dominios digitales, desde licencias de software falsas hasta NFT falsificados. Los expertos recurren a herramientas digitales para combatir estas amenazas:
Los algoritmos de IA analizan grandes conjuntos de datos para identificar patrones en anuncios falsificados en plataformas de comercio electrónico. Empresas como Amazon utilizan la IA para detectar descripciones de productos o comportamientos de vendedores sospechosos.
El registro inmutable de blockchain permite el seguimiento integral de la cadena de suministro. Marcas de lujo como LVMH integran códigos QR basados en blockchain en sus productos, lo que permite a los consumidores verificar la procedencia mediante escaneos de smartphones.
Las herramientas de esteganografía incrustan marcas de agua digitales invisibles en archivos o imágenes, mientras que el software forense detecta manipulaciones en documentos o multimedia.
Las falsificaciones sofisticadas suelen imitar características externas, pero no superan el escrutinio interno. Las herramientas avanzadas de imagen revelan defectos ocultos:
Las máquinas de rayos X y los escáneres de tomografía computarizada (TC) inspeccionan las estructuras internas sin dañar el producto. En el sector farmacéutico, las TC detectan píldoras falsificadas con una distribución irregular del principio activo.
Esta tecnología captura datos a lo largo del espectro electromagnético, identificando inconsistencias materiales invisibles al ojo humano. Se utiliza para autenticar obras de arte y productos agrícolas.
LIBS utiliza láseres de alta energía para vaporizar muestras de materiales y analizar el plasma resultante para determinar su composición. Se emplea en inspecciones de campo de metales y aleaciones.
Ninguna herramienta funciona de forma aislada. Los expertos se apoyan en bases de datos globales y colaboraciones para compartir información:
Las marcas mantienen bases de datos propias con números de serie, códigos de lote y diseños de hologramas. Herramientas como la Plataforma de Autenticidad de AlpVision cruzan estos códigos en tiempo real.
Las fuerzas del orden comparten perfiles de falsificadores conocidos y productos incautados. El sistema I-CORE de INTERPOL facilita la colaboración transfronteriza para rastrear redes ilícitas.
Las compañías farmacéuticas utilizan sistemas como MediSafe para verificar la autenticidad de los medicamentos, mientras que el Grupo Anti-Falsificación (ACG) coordina esfuerzos en todos los sectores.
Los expertos utilizaron análisis de isótopos estables para verificar el origen geográfico de las muestras de whisky. Los lotes falsificados, procedentes de Europa del Este, presentaban proporciones de isótopos de hidrógeno y oxígeno incompatibles con la producción escocesa.
Una agencia aduanera empleó analizadores XRF para analizar microchips. Los dispositivos detectaron soldaduras con plomo en productos etiquetados erróneamente como conformes con la normativa RoHS (sin plomo).
Los historiadores del arte utilizaron imágenes multiespectrales para descubrir pigmentos modernos en una pintura supuestamente de un maestro del siglo XIX, demostrando que era una falsificación.
La carrera armamentista contra los falsificadores impulsa la innovación:
Las nanopartículas diminutas y ajustables integradas en los productos emiten firmas de luz únicas cuando se escanean, ofreciendo marcadores de autenticación casi imposibles de copiar.
Empresas emergentes como TruScan desarrollan espectrómetros de bolsillo que se conectan a teléfonos inteligentes, lo que permite la autenticación en tiempo real en el campo.
Las secuencias de ADN sintéticas, aplicadas como marcadores invisibles, pueden leerse con sensores basados en CRISPR para verificar su autenticidad.
La detección de falsificaciones es un campo dinámico donde la artesanía tradicional se fusiona con la ciencia de vanguardia. Los expertos combinan el análisis visual, la ciencia de los materiales, la informática forense y la colaboración global para burlar a los falsificadores. A medida que la tecnología evoluciona, también lo hacen las herramientas de autenticación, garantizando que consumidores, empresas y gobiernos puedan confiar en la integridad de los productos que utilizan. Ya sea un bolso de 10.000 dólares o un medicamento vital, la lucha contra la falsificación depende de la búsqueda incesante de la innovación.
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